miércoles, 30 de octubre de 2013

LA SUPERVIVENCIA DE LOS GRUPOS MUSICALES

Últimamente el fenómeno fan se ha convertido, gracias sobretodo a las nuevas tecnologías y la posibilidad de un contacto más rápido y directo, en una base fundamental para que todos los artistas generen seguidores y vean recompensado el trabajo con su cariño, motivo que les impulsa y les da fuerzas para seguir luchando en esta selva de la industria musical. Sobretodo triunfan los solistas, cantantes y compositores que ofrecen a su público esa medicina del amor que al escucharla surge efecto en una desconexión del mundo insulso, rutinario y jodidamente difícil de afrontar. Otra fuente de creación de fans ha surgido con los programas televisivos talents shows musicales que ingenian fórmulas para ofrecer a las masas caras nuevas, aires nuevos y la emotividad del nacimiento de un posible fenómeno fan.
También ha resurgido el movimiento boyband que ya en los años 90 generó tantos beneficios a la industria musical, y en la búsqueda continuada de ganar, las discográficas nos presentan cada cierto tiempo un grupo de jóvenes apuestos que trabajan al mismo tiempo su calidad musical y su imagen para permanecer durante más tiempo en la cresta de la ola.


Y es justamente esa ola la que te sube y te baja. Las modas, las tendencias, el boca oreja, la obsesión por descubrir algo nuevo, la búsqueda incansable de ese empujón que permita continuar en la brecha, de subirse a la tabla y volver a enfrentarse a esa ola, a ese público exigente que, al igual que sucede con la vida, de todo se cansa y se sacia rápidamente.
Ante este panorama, los clásicos, los viejos diablos, los padres fundadores de este círculo vicioso de fan musical, continúan sacando recopilatorios, versionando sus mejores temas, ofreciendo más de lo que funcionó en su día y les sigue permitiendo estar ahí. Y entre tanta vorágine sobreviven grupos de espartanos que unen sus fuerzas y ganas para intentar coger esa ola pero que no hacen ascos a flotar esperando su momento. Grupos que han nacido de la ilusión, se han alimentado de sus sueños y han crecido con el apoyo de círculos minoritarios de fans que en un momento determinado se ha cruzado en su camino, permitiendo que se esa pequeña ola engendre su propia energía cinética que genere un movimiento contínuo hasta alcanzar el punto más alto posible.
Por eso el post de hoy va dedicado a esos grupos de locos entusiasmados, soñadores de versos y vividores de ritmos que luchan día a día  y que cada vez más encuentran su recompensa en el gusto de la gente que se les une. Entre todos ellos, que hay muchos y sería inacabable, particularmente resaltaría aquellos que gritan sin hacer ruido (Gritos de Mimo), los que emprendieron un viaje con esperanza de no volver a atrás (El viaje de Elliot), los que hacen de lo pequeño grandezas (Pequeños imprevistos), los que nos muestran que las mentiras también siempre son realidades (Mentiras a Wendy), los que se defienden con uñas y dientes (Atacados) y los que son fuertes y concentrados como el buen café (Miss caffeína).
Por todos ellos, que viva la música, porque la música nos une.


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