sábado, 5 de octubre de 2013

ONCE HISTORIAS Y UN PIANO, PABLO LÓPEZ, POETA SONORO

Podría elogiar todo lo bueno, magnífico, maravilloso y encantador que es Pablo López. Podría sumar mi granito de arena a este fantástico "Once historias y un piano". Podría lanzar mil preguntas esperando su respuesta. Podría asegurar que es uno de los mejores discos en cuanto a composición que he escuchado últimamente. Podría hacer un post normal, comentar mi opinión y darle la calificación de excelencia. Podría hacer todo esto y más, pero con Pablo López, cualquier cosa que haga quedará muy pequeña ante la inmensidad que está consiguiendo, por lo tanto, me salgo un poco del guión y, aunque no le iguale en sus versos poéticos, espero que Piano y Pianista lleguen muy lejos. 

EL PIANO…

Piano de cabeza, cuerpo y cola
Piano de blanco cielo y negras sombras
Piano de suave piel marfil
Piano de “do” y de “re”, y sobre todo de mí.
Piano que pide cariño
Piano que pide a gritos
Piano que se queja como niño
Piano que canta dulces escritos
Piano que tus dedos tocan
Piano que ríe, piano que llora
Piano de sueños,
Piano de  euforia
Piano de princesa de cuento
Piano de once historias.

…. Y EL PIANISTA.


Silencio... 
...sube raudo el telón
a media luz en tus caderas,
recuerdos que van al corazón
de viejas noches marineras.

Alza la mirada al firmamento
y contempla plácida la luna,
captura entonces el momento
en este argento cantar de cuna.

Entonces arranca una nota
merced de la primera brisa,
tonadillas que van gota a gota
bajo los puños de su camisa.

Dedos que se mueven ligeros
componen épica en la gesta,
pentagrama de adagios fieros
latidos que son orquesta.

Acompasada llega la calma
soberbio éxtasis musitado,
se le encoge hasta en el alma
el recuerdo de un beso robado.

Alzando la mirada busca
con los ojos su dulce musa,
sonrisas que al labio ofusca
corazón candente bajo la blusa.

Cisnes bañándose en el lago
prestan rima a su imaginación,
el melodioso arte del mago
que a todos llena de admiración.

Melodioso himno al corazón
salterio de versos sugerentes,
tonadillas doradas de pasión
deleite de todas las gentes.

Busca de nuevo con la vista
los ojos claros de una mujer,
y con el talento de un artista
versa poesía en arpa y dulcimer.

Acaricia otra vez el piano
arrancando una nota de amor,
sangre caliente bajo la mano
momento de dicha y esplendor.

Entonces sonríe gozoso
aún preso de la fascinación,
no existe placer más hermoso
a su dama dedicar otra canción.


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